En una reciente encuesta que hicimos a asesores financieros en Estados Unidos (puede consultar los resultados aquí) una de las preocupaciones que mostraban estos asesores respecto a los hedge funds era la de la transparencia. Desde mi punto de vista, ese es efectivamente el gran problema de los fondos hedge. Y no lo digo únicamente yo. Un reciente estudio de profesores de Oxford y Duke (“Change You Can Believe In? Hedge Fund Revisions”) viene a confirmar esta afirmación.
Uno de los datos interesantes sería saber si un fondo hedge ha corregido un dato en el pasado o no
Los fondos hedge, en efecto, pueden elegir las bases de datos a las que proporcionan datos (pueden elegir unas y descartar a otras); pueden elegir qué tipo de datos ofrecen y con qué periodicidad; pueden incluso interrumpir (generalmente cuando más les interesa) el envío de datos a esos proveedores de información. El resultado es que algunos fondos hedge aparecen y desparecen de las bases de datos a su antojo. También ocurre con frecuencia que los fondos hedge tengan que rectificar a posteriori los datos de rentabilidad enviados a las bases de datos. Según el estudio mencionado, en el periodo comprendido entre 2007 y 2011, los profesores han encontrado que el 49% de los fondos habían revisado al menos una rentabilidad mensual. En algunos casos esas revisiones eran de poca importancia (algunas décimas de porcentaje), pero en el 21% de los casos las revisiones superaban el punto porcentual lo cual es bastante tratándose de rentabilidades mensuales. Además, lo interesante, es que los fondos que se ven obligados a corregir un dato muestran una mayor probabilidad de cierre y de liquidación.
Esto lleva a nuestro Vicepresidente de Reserach en EEUU, John Rekenthaler, a sugerir en este artículo que uno de los datos interesantes sería saber si un fondo hedge ha corregido un dato en el pasado o no.
Afortunadamente estos problemas de transparencia y de fiabilidad de los datos no ocurre con los fondos de inversión, ni con los fondos mutuos que replican estrategias propias de los hedge funds.
Nota: esta columna está basada en el artículo publicado por John Rekenthaler en www.morningstar.com