El apetito asiático por la Energía ha ido “increchendo”. Hasta el punto en el que se ha visto obligado a recurrir al extranjero para satisfacer esa necesidad energética, comprando directamente materias primas o bien a través de adquisiciones.
Dejando a Australia al margen ya que cuenta con importantes reservas de hidrocarburos, la gran mayoría de los países del continente han visto reducida drásticamente su independencia energética. El país nipón, es el que atraviesa la peor situación. La dependencia energética de la tercera economía mundial, le convierte en el mayor importador de gas natural licuado (GNL), el segundo demandante de carbón y el tercer mayor importador de petróleo.
Otro es el caso de China e India. Ambos países tienen una buena disponibilidad de los recursos naturales, pero la demanda interna excede ampliamente la producción local. Y por último, nos encontramos con el problema de países pequeños como pueden ser Malasia o Tailandia, que deben utilizar sus reservas de gas en la compra de oro negro en el exterior.
A la caza en el extranjero
"La diferencia entre la oferta y la demanda probablemente se ampliará en un momento en que la región decida orientarse hacia fuentes menos contaminantes, como el gas natural", afirma un estudio elaborado por Raja Mukherji y Taosha Wang, responsables de investigación en Asia de Pimco.
En China, por ejemplo, el gobierno está promoviendo la utilización del gas natural frente al uso del carbono, con la intención de reducir los elevados niveles de contaminación del país. El objetivo del gobierno para 2015 es que el gas natural represente un 8% de la energía producida. Para el 2020 la meta se sitúa en el 12% de la producción.