Emma Wall: Hola y bienvenidos a Morningstar. Soy Emma Wall y hoy está conmigo Paul Woolley de la London School of Economics para hablar sobre cómo el corto plazo crea anomalías en el mercado. Hola, Paul.
Paul Woolley: Hola.
Wall: he pensado empezar preguntándole, ¿qué es el momentum?
Woolley: El momentum en una palabra es el seguimiento de la tendencia. Es comprar valores que suben y tenerlos durante un tiempo. Es una estrategia a corto plazo de comprar lo que sube o vender lo que baja, y cerrar la posición al final de, digamos, dos o tres semanas o, dos o tres meses.
Wall: Seguir al rebaño puede tener un efecto negativo en las inversiones, pero el momentum es una estrategia que la gente usa y se beneficia de ello.
Woolley: Sí, exactamente. El momentum significa seguir los flujos de fondos. No tiene nada que ver. No tiene en cuenta el valor fundamental del negocio o si estamos hablando de renta variable la cantidad de dividendos, los ingresos, etcétera. Simplemente es seguir el momentum de los fondos que continuamente atraen capital en el mercado.
Wall: Pero es un sub-producto de la inversión a corto plazo con el que nos estamos obsesionando cada vez más, ¿no?
Woolley: Yo defino corto plazo como momentum e identifico el largo plazo con invertir según la base fundamental del valor, y es una distinción muy importante. Hay gente que lleva 40 años tratando de determinar la cuestión de qué es el corto plazo. Si identificas como momentum el seguimiento de los flujos de fondos e invertir en base al valor fundamental, entonces la inversión en valor es a largo plazo.
Wall: ¿Cómo se relaciona esto con el concepto del benchmark? Acabas de dar una charla en la Morningstar Investment Conference en Europa y los benchmarks son una de las cosas muy cercanas a los lectores de Morningstar, y creo que existe una creciente obsesión con ellos a expensas de sus carteras a veces, o frustración, ya que preferirían que su gestor tuviera libertad para alejarse del benchmark, pero realmente conduce a la rentabilidad, ¿no?
Woolley: Primero vamos a decidir de qué benchmarks vamos a hablar. Estamos hablando sobre una capitalización de mercado – el precio del mercado actual basado en un índice ya sea nacional o global. Si uno tiene eso como benchmark, tiene que tener en cuenta lo que hemos dicho de los precios: no se determinan por el valor subyacente de los valores sino por los flujos de dinero.
De modo parecido, los benchmarks se distorsionan por el valor agregado del índice nacional o la valoración de las partes individuales de la industria o el segmento del mercado que sea, como la alta tecnología en la burbuja de hace 15 años. Las acciones tecnológicas estaban muy sobrevaloradas y el índice tuvo una asignación del 45% en un sector excesivamente sobrevalorado. Los benchmarks se distorsionan y para seguirlos uno necesita usar el momentum para conseguir esa posición. En realidad uno recibe un doble golpe en su contra.
Wall: ¿Es la respuesta entonces descartar todos los benchmarks?
Woolley: Siempre habrá benchmarks en términos de índices según lo que hagan los mercados, pero es mejor si uno es un inversor a largo plazo y se centras en el valor fundamental mientras pueda, o conseguir que el gestor se centre en invertir solo en base a los flujos de caja, porque eso es lo único que le hace ganar a uno.
El momentum puede ganar a corto plazo. Es como la liebre y la tortuga, el momentum puede ganar a corto plazo, pero a menos que uno sea un hombre extraordinariamente afortunado durante mucho tiempo, perderá con el momentum y, de hecho, da oportunidades ya que los inversores de momentum, colectivamente proporcionan las oportunidades que los inversores en valor explotan.
Wall: Paul, muchas gracias.
Woolley: Bien.
Wall: Soy Emma Wall para Morningstar. Gracias por vernos.