Como nos lo han recordado los acontecimientos de estos últimos meses, la volatilidad forma parte de las inversiones. Pero para muchos inversores puede ser una experiencia bastante desconcertante que, además, es cada vez más frecuente. Los datos muestran que el número de días de negociación en el que los índices más populares, como el FTSE 100 y S&P 500, se han movido más de 2% hacia arriba o hacia abajo, se ha más que triplicado en las últimas tres décadas. Esto quizás no sea sorprendente, dada la montaña rusa que han experimentado los mercados financieros desde el año 2008.
De cara al futuro, hay varios riesgos en el horizonte para las bolsas mundiales, capaces de elevar los niveles de volatilidad de los mercados. De ellos, el fracaso de China para gestionar su desaceleración económica es el que está pesando mucho en la mente de los inversores, ya que tiene el potencial de repercutir en todo el mundo.
La baja volatilidad como estrategia
En este contexto, un número cada vez mayor de inversores han acudido a las estrategias de baja volatilidad en un intento de suavizar el comportamiento de sus carteras de renta variable y de reducir su riesgo global. La idea básica de las estrategias de baja volatilidad - también conocido como varianza mínima - es la de seleccionar y ponderar los títulos en función de la volatilidad histórica. Esta es una estrategia simple, pero seductora. Hay estudios académicos que demuestran que las estrategias de baja volatilidad han conseguido una reducción consistente de la volatilidad de entre el 20 y el 40% en relación con el mercado en general, dependiendo de la geografía y del período.
Empaquetar la estrategia en un ETF
La captura de estas estrategias de renta variable en un índice de referencia ha sido cada vez más fácil en los últimos años. Los proveedores de ETF, siempre con un ojo en la innovación, han lanzado una serie de productos que replican a estos índices, permitiendo así que un acceso a bajo coste a estas estrategias por parte de los inversores.
Forman parte de lo que en Morningstar definimos como "beta estratégica" y que algunos proveedores llaman "beta inteligente". El mercado de ETFs de baja volatilidad en Europa ha crecido hasta los 4.000 millones de euros € y se encuentra sólo en segundo lugar tras los ETFs de alto dividendo en términos de patrimonio bajo gestión. Los productos más populares, en términos de patrimonio, pertenecen a iShares y Ossiam.
Los índices subyacentes seleccionan los componentes en función de la volatilidad histórica frente al mercado representado por un índice de referencia basado en la capitalización de mercado. Para limitar el riesgo de concentración país o sector, los índices pueden aplicar restricciones adicionales. Por ejemplo, MSCI no deja que el peso por países y sectores de su estrategia de mínima volatilidad se desvíe más de 2,5% y 5%, respectivamente. El resultado final es un punto que, frente al mercado en su conjunto, presenta un perfil de rentabilidad menos volátil.
¿Puede una estrategia defensiva hacerlo mejor que el mercado?
Por definición, las estrategias de baja volatilidad son de naturaleza defensiva. Esto nos lleva a una pregunta importante. ¿Esto limita la rentabilidad a largo plazo? Después de todo, a largo plazo los inversores ponen más énfasis en maximizar el potencial de rentabilidad, por lo que uno puede suponer que una estrategia de renta variable de baja volatilidad - y por lo tanto defensiva - puede no ser la mejor opción.
Los datos nos dice otra cosa, sin embargo. En los últimos 10 y 15 años (con datos de finales de septiembre de 2015), el índice MSCI World Minimum Volatility ha superado al índice MSCI World un 1,3% y un 2,6% en términos anualizados. Esto se atribuye a la capacidad de la estrategia de baja volatilidad para amortiguar el impacto de la caída de los mercados, lo que reduce de manera efectiva el alza necesaria para recuperar las pérdidas cuando los mercados se vuelven alcistas.
Más cerca de casa, el Índice MSCI Europe Minimum Volatility ha superado al índice MSCI Europe en más del 20% en términos acumulados. Esta diferencia de rentabilidad se explica en parte por el sesgo positivo del índice hacia Reino Unido, Suiza y empresas nórdicas, y su infraponderación ona Euro. La alta volatilidad y la venta masiva de acciones de la Eurozona durante la crisis de deuda significaron que su peso en el índice de referencia se redujo significativamente, protegiéndolo contra las fuertes pérdidas.
Una pequeña advertencia
Los ETFs de baja volatilidad pueden ser una buena opción para los inversores que quieran suavizar la volatilidad sin necesidad de tener que renunciar a rentabilidad a largo plazo. Sin embargo, como con todos los fondos de beta estratégica, es necesario hacer una pequeña advertencia.
La última década ha sido testigo de unos mercados financieros golpeados por una serie de riesgos sistémicos, que han jugado a favor de una estrategia de baja volatilidad. Pero los inversores deben tener en cuenta que las apuestas sectoriales y por países que los índices de baja volatilidad toman, desviándose del mercado en su conjunto, no siempre se verán recompensadas.