Dentro de la gama de productos que están al alcance de los inversores para preparar su jubilación hay dos que pueden dar lugar a confusión y que conviene distinguir claramente: los planes de jubilación y los planes de pensiones.
Como en www.morningstar.es hacemos un seguimiento de las rentabilidades de los planes de pensiones, vamos a empezar por ellos. Un plan de pensiones (nos referiremos a los planes de pensiones del sistema individual, es decir aquellos que los inversores pueden contratar en su entidad financiera) es un contrato por el cual el partícipe se compromete a realizar una serie de aportaciones periódicas que se invierten en títulos de renta variable y/o de renta fija y que podrán rescatar, en principio, en el momento de la jubilación (aunque hay contingencias especiales que permiten recuperar el dinero invertido y la rentabilidad generada antes de ese momento como situaciones de enfermedad grave, paro de larga duración, etc).
Un plan de jubilación también puede servir para preparar la jubilación, pero es un vehículo financiero totalmente distinto del plan de pensiones. Son en realidad seguros de vida que suelen igualmente cubrir las contingencias de invalidez y fallecimiento. El asegurado paga una prima periódica y recibe una rentabilidad mínima fija y una rentabilidad variable en función de los resultados que obtenga la entidad aseguradora al invertir las primas de los clientes.
Tres grandes diferencias: rentabilidad, fiscalidad y disponibilidad
Hay tres grandes diferencias entre un plan de jubilación y un plan de pensiones. La primera tiene que ver con la rentabilidad que uno puede conseguir con ambos vehículos. En los planes de jubilación, la rentabilidad será generalmente baja, en torno al interés técnico legal. En los planes de pensiones la rentabilidad vendrá dada por las inversiones del fondo de pensiones que pueden ser en acciones, bonos o una combinación de ambos.
La segunda gran diferencia tiene que ver con la fiscalidad. El atractivo de los planes de pensiones es que el partícipe puede deducirse las aportaciones (hasta un máximo de 8.000 euros) en su declaración de la renta, mientras que en el caso del plan de jubilación, no. Este tributa como un seguro de vida. Los titulares del plan de jubilación pagarán impuestos en el momento de recibir las prestaciones por la diferencia entre el capital percibido y las primas aportadas.
La última gran diferencia tiene que ver con la disponibilidad del dinero aportado ya que en un plan de jubilación el inversor puede recuperar el dinero en cualquier momento, siempre y cuando se cumpla con las condiciones pactadas (si no tendrá que pagar una comisión de rescate).