Los partícipes suelen sufrir elevadas comisiones en sus fondos de inversión, sobre todo en las clases retail destinadas al gran público. Los fondos de gestión pasiva ofrecen en teoría una alternativa aceptable pero la mayoría de ellos tienen unos gastos totales (TER) por encima del 1% y siguen siendo caros por lo que ofrecen. En Estados Unidos, por ejemplo, los inversores pueden comprar un fondo índice referenciado al S&P 500 con unos gastos totales que apenas llegan al 0,09% por año. Intente encontrar un fondo similar en Europa… no lo encontrará.
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Muchas veces la alternativa más barata para el inversor es un ETF o fondo cotizado. Estos fondos, que son en general de gestión pasiva, suelen tener unas comisiones muy bajas. Por ejemplo, un ETF como el AFI Bonos Medio Plazo Euro tiene una comisión de gestión de apenas el 0,15% anual.
Los ETFs no son productos nuevos. Ya llevan algún tiempo en el mercado, aunque en Europa (y más aún en España) aún les queda mucho para su total reconocimiento por parte del gran público.
En este artículo intentaremos ofrecer una visión general del mundo de los ETFs, incluyendo sus diferencias con respecto a los fondos tradicionales así como sus ventajas e inconvenientes.
¿Qué es un ETF?
Básicamente los ETFs son un conjunto de títulos que cotizan en una bolsa del mismo modo que las acciones individuales. A diferencia de los fondos, los ETFs pueden ser comprados y vendidos a lo largo de la sesión bursátil y el inversor tiene la posibilidad de ponerse “corto” o de apalancarse en un determinado ETF e incluso de fijar unas ordenes de stop-loss; en definitiva, uno puede hacer con un ETF exactamente lo mismo que con una acción individual.
La mayoría cobran unas comisiones que suelen estar por debajo de la de los fondos índices tradicionales. Sin embargo, al igual que los valores que cotizan en bolsa, uno tiene que pagar las comisiones propias de la operativa bursátil (cánones bursátiles) a la hora de comprar y vender ETFs, lo que puede ser un inconveniente importante para aquellos inversores que operan frecuentemente o para aquellos inversores que tienen por costumbre invertir pequeñas cantidades de dinero de forma regular.
¿Cómo funcionan?
Para comprar o vender un ETF los inversores deben hacerlo en bolsa a través de un intermediario financiero (broker, banco, agencia de valores, etc). A diferencia de los fondos de inversión, los ETFs no tienen por qué cotizar a su valor liquidativo (que correspondería al valor de los títulos que tiene en cartera).
Su cotización depende de la oferta y de la demanda. En gran medida, esta oferta y esta demanda están en línea con el valor de los títulos que el ETF tiene en cartera, pero otros factores pueden afectar la cotización (y, de hecho, lo hacen). Por lo tanto, el inversor tiene la posibilidad de comprar o vender por debajo o por encima del valor liquidativo, aunque las gestoras tienen establecido mecanismos para evitar que los ETFs coticen de forma sostenida con importantes descuentos o primas.
¿Un ETF para usted?
Los ETFs tienen una clara ventaja de costes respecto a los fondos tradicionales. Además, ofrecen una flexibilidad operativa que no pueden tener los fondos de inversión, aunque para los inversores de largo plazo esta particularidad no debería importarles demasiado. Pero el inversor en ETFs también corre el riesgo de realizar demasiado trading de corto plazo, una práctica que, en nuestra opinión, muchas veces conduce al desastre.