Si hay algo en lo que coinciden todos los analistas, ya sean alcistas o bajistas, es que los mercados vivirán periodos de alta volatilidad. La volatilidad es un concepto que se utiliza cada vez más en el ámbito financiero y especialmente en el mundo de los fondos de inversión. Pero, ¿qué hay que entender por volatilidad?, y, ¿cómo se calcula? Son cuestiones que abordaremos en esta nueva entrega de nuestro pequeño cursillo de fondos para novatos.
Lo primero que hay que dejar claro es que el concepto de volatilidad es una primera aproximación al riesgo de un fondo. La volatilidad (algunos expertos también hablan de “desviación típica”) no hace otra cosa que medir cómo la rentabilidad del fondo se ha desviado de su media histórica. Una desviación típica alta significa que las rentabilidades (generalmente se utilizan datos mensuales) del fondo han experimentado fuertes variaciones, mientras que una desviación típica baja indica que esas rentabilidades han sido mucho más estables en el tiempo. Lógicamente, cuánto mayor la desviación típica mayor será la pérdida potencial para el partícipe y, por consiguiente, mayor su riesgo. Un inversor tiene más posibilidad de perder dinero en un fondo que presenta fuertes altibajos.
Pero hay que reconocer que la volatilidad, por sí sola, no ofrece mucha información al partícipe. ¿Qué significa, por ejemplo, que un fondo tenga una volatilidad anual del 20%? De ahí, la importancia de comparar la volatilidad del fondo con la media de su categoría y las medias de las categorías entre ellas. Algunos descubrirán, por ejemplo, que, en estos últimos tres años, los fondos de deuda emergente han presentado menos riesgo que los fondos de acciones y ello a pesar de la crisis latinoamericana.... o que los fondos de renta variable española han sido tan “arriesgados” como los de renta variable emergente.
Pero el que un fondo haya mostrado una alta volatilidad en el pasado no significa necesariamente que el partícipe haya perdido dinero invirtiendo en él. Es posible, en efecto, encontrar fondos con volatilidades muy parecidas pero con comportamientos opuestos. El gráfico adjunto compara, por ejemplo, la evolución de un fondo del sector telecomunicaciones (el BNPP L1 Equity Europe Technology) con un fondo de materias primas (el BGF World Gold). Aunque el primero ha perdido más de un 40% en estos últimos 10 años y el segundo experimentado una ganancia del 400% en ese mismo periodo, ambos fondos presentan curiosamente una volatilidad muy parecida. Sin embargo, es evidente que la “sensación de riesgo” que hayan podido sentir los partícipes de estos fondos es singularmente distinta.
Por otra parte, la volatilidad sólo mide el comportamiento pasado del fondo. No debe confundirse con el riesgo futuro, aunque en muchas ocasiones categorías de fondos que han sido volátiles en el pasado siguen siéndolo en el futuro. Para el inversor, la única manera de palpar los posibles riesgos futuros de su fondo es a través del examen de su cartera. Para los fondos de renta variable, el análisis de la repartición sectorial o regional puede indicar el riesgo de sobre o infraexposición a determinados sectores o regiones. Para los fondos mixtos, el averiguar la distribución entre renta variable y renta fija es imprescindible para aprehender la sensibilidad del fondo a los mercados bursátiles. Para los fondos de renta fija, el conocer la duración del fondo será el factor que determinará el riesgo frente a posibles subidas de tipos de interés. La exposición a divisas es también otro de los elementos a tener en cuenta en la valoración del riesgo. Pero el análisis puede ir más allá, examinando, por ejemplo, el número de títulos presentes dentro de la cartera del fondo (cuanto menos títulos, mayor será el riesgo) o el porcentaje que representan los 10 mayores títulos de la cartera. Pero de todo esto hablaremos más adelante.
En conclusión, el conocer las características de riesgo de un determinado fondo (tanto a través de la volatilidad como del análisis de su cartera) es fundamental para entender su posible comportamiento futuro. También lo es para el conjunto de la cartera del inversor ya que para una correcta diversificación es necesario combinar fondos que tengan características de riesgo distintas. Si no podemos controlar las caídas de los mercados, por lo menos, que sepamos controlar el riesgo de nuestras inversiones.